sábado, 2 de abril de 2011

Egoísmo altruísta

¿El panorama mundial es reflejo del individuo? Creo que el cambio empieza por asumir, cada un@, su parte de responsabilidad. No podemos negar el impacto de los medios de comunicación, manejados por los intereses financieros; obviar que los políticos que nos dirigen, "elegidos por nosotros", sean incompetentes en el mejor de los casos. No reconocer que el afán de enriquecimiento es lo que promueve la mayoría de las acciones emprendidas en nombre de la solidaridad, sería un error...

Todo esto no es excusa para dejarse arrastrar por la comodidad y el derrotismo. Es un gran proyecto: Convertirnos en seres humanos mejores, más de acuerdo con las necesidades del planeta y de los pueblos que lo habitan. Consumir con medida. Promover la educación y la cultura en nuestro entorno, dar ejemplo a los más jóvenes leyendo, eligiendo la vida sencilla y el ocio creativo, etc. En definitiva, convertirnos en lo que realmente somos: seres altruistas que nos necesitamos los unos a los otros para existir.

Es curioso pero, como muchas veces habréis pensado, cuando te esfuerzas por favorecer a alguien, incluso con un insignificante detalle, un regalo, un beso; hay una parte de nosotros que se infla de orgullo y felicidad. Es tremendamente positivo lograr el bien propio cuando el fin último es el bienestar general.

Si lo pensamos detenidamente, cuando sólo nos preocupamos por nosotros mismos, el precio de las cosas sube. Si haces mal tu trabajo, alguien tendrá que enmendarlo, con el coste extra provocado: horas, material, reinversión. Si no estás cualificad@, y lo que ofreces es mediocre pero barato, quien use tu producto se verá obligad@ a adquirir uno nuevo, con el consiguiente desembolso.Si vamos siempre a lo barato (y malo), los fabricantes honestos que producen buenos artículos, debido al falta de ventas, deberán encarecerlos.

Si no pagamos nuestras deudas o no aportamos nuestra parte para la construcción de un estado del bienestar, los comerciantes se verán obligados a subir los precios para asumir la falta de ingresos y los Estados deberán subir los impuestos para afrontar el gasto público.

Si los sueldos son miserables, la gente no tendrá más remedio que buscar y adquirir, allí donde las ofrezcan, gangas (lo barato sale caro); y esto, completará el circulo vicioso.(Los primeros que no aportan son los más ricos y poderosos. No quieren aceptar que su bienestar también depende de la calidad de vida de l@s "demás". Tarde o temprano la valla caerá por la presión pública.)

Si no nos ocupamos del medio ambiente, de llevar un tipo de vida limpio y respetuoso. Sostenible. Encarecerá el precio del agua, de los alimentos, que cada vez será más inasequible conseguirlos de calidad y económicos. Habrá que contratar más  profesionales que mantengan en buenas condiciones las calles, los campos, los montes. Infinitamente más caro que mantener la naturaleza a salvo, con el agravante de que la iremos destruyendo poco a poco y ya no quedará nada que comer, ni que beber o respirar. Nada que limpiar.

Aunque sólo sea en términos egoístas y pecuniarios, ser insolidarios nos sale caro: Económica y emocionalmente. El egoísmo, de esta manera, pensado como instrumento del bienestar personal, es, teniendo en cuenta que lo público está íntimamente relacionado con lo particular, un arma de cambio social irreemplazable.


Nadie es, ni será nunca nada, sin el “molesto” prójimo. Si quieres que te vaya bien, mejor actuar con egoísmo ayudando a los demás para que puedan, quizá algún día ayudarte. Y mientras lo cotidiano acontece, ahorrarte unos buenos duros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario