martes, 24 de mayo de 2011

ROJOS Y AZULES

Me llaman "rojillo" (¿socialista, comunista, anarquista?). Por eso quiero aclarar lo que pienso de la idea maniquea “izquierda vs. derecha”.

"La misión del llamado «intelectual» es, en cierto modo, opuesta a la del político. La obra intelectual aspira, con frecuencia en vano, a aclarar un poco las cosas, mientras que la del político suele, por el contrario, consistir en confundirlas más de lo que estaban. Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral. Además, la persistencia de estos calificativos contribuye no poco a falsificar más aún la «realidad» del presente, ya falsa de por sí, porque se ha rizado el rizo de las experiencias políticas a que responden, como lo demuestra el hecho de que hoy las derechas prometen revoluciones y las izquierdas proponen tiranías". Ortega y Gasset.

No le falta razón, siempre que atendamos a la lucha insidiosa y antisocial que ejercen los extremos de la izquierda y derecha política desde hace mucho tiempo.

Sin embargo, al centrarse en la capacidad del ser humano para decantarse por el bien propio y de su círculo afectivo más cercano de manera exclusiva, o hacerlo por considerar su pertenencia a un grupo social amplio que abarca conjuntamente las necesidades individuales y las de la comunidad; la diferencia marcada define lo que habitualmente identificamos como rojo y azul; derecha e izquierda respectivamente.

[Arriba y abajo, es lo que significa hoy en día… No hace falta especificar quién es quién.]

Los conceptos derecha e izquierda surgieron en Francia, antes de la Revolución, por la colocación de los grupos antagónicos –girondinos y jacobinos– en los extremos de la Asamblea. De ahí el simbolismo posterior que atiende a los antiguos valores defendidos por unos y otros: Conservadores burgueses y revolucionarios de las clases populares.

La "derecha" siempre ha sido tradicionalista, reaccionaria y conservadora (de sus bienes y nada más), egoísta e insolidaria; promulgan el individualismo feroz y un elitismo basado en el poder económico. Aquello de “el hombre construido a sí mismo”. Por eso no me creo eso de "soy solidario de derechas".

Los conceptos comunista, socialista o anarquista como definición de "izquierda" son algo manido y obsoleto. La verdadera esencia de la izquierda proviene y se funda en las ideas concebidas desde los primeros humanistas como Tomás Moro. La izquierda (utópica, teórica), con palabras más sabias que las mías:

"La izquierda se ha definido históricamente como la corriente política, cultural, social e intelectual portadora de los valores de la libertad, de la justicia, de la igualdad y la solidaridad, del cambio social, del racionalismo y la primacía de la inteligencia sobre la fuerza, de la creencia optimista en la perfectibilidad del ser humano y de la sociedad, del perfeccionamiento continuo de la experiencia democrática, del antirracismo y el antibelicismo y la construcción de una paz justa entre los pueblos y naciones, de las profundas aspiraciones de cambio de las mayorías ciudadanas, del rechazo al clericalismo y al verticalismo autoritario". Manuel Luis Rodríguez Uribe.


Ciertas corrientes de pensamiento afirman que el ser humano es depredador, egoísta al nacer; y que está solo hasta morir. Que se aferra a cualquier artimaña para conservar la vida, sin consideraciones sentimentales profundas, cuando un peligro fuerte se interpone entre la decisión de salvarse o morir por los demás.

Otras, defienden la bondad natural del ser humano y la acción corruptora de una sociedad que se bifurcó con la propiedad privada y su defensa: Se asegura la conservación de los bienes personales por medio de leyes y represión violenta en los casos más extremos.

Lo cierto, desde mi punto de vista, es que, en contra de lo que comúnmente nos vienen inculcando desde que nacemos, la verdadera herramienta de supervivencia es el altruismo:

Cuando un bebé al nacer pide, y se aferra al pecho materno, no entra en juego el egoísmo como medio fundamental, sino la solidaridad de unos progenitores (y demás miembros de la comunidad como parte de la red solidaria) que, tras decidir traer un ser indefenso al medio hostil en el que vivimos, ofrecen su ayuda “desinteresada” –salvo por un beneficio personal de trascendencia o una utilidad a su vez altruista, por la que gracias al nuevo individuo, la colectividad a la que se pertenece crece y se hace más fuerte y capaz de proveer de lo necesario a sus miembros–, ofrecen a su hijo o hija todo aquello que asegure su bienestar, su óptimo crecimiento, y su ingreso estable y armonioso en el nuevo entorno.

Así es como el ser humano de hoy ha subsistido y permanecerá. Gracias a valorar al otro en la misma medida que a uno mismo. A través de la consideración de los problemas y carencias ajenos como medio de satisfacer también las propias necesidades: la necesaria y desconocida empatía. Por medio del desapego comedido de las pertenencias materiales, y el fortalecimiento de lo espiritual y emocional, de manera que se cree una cultura del reparto equitativo, y no una corriente de miedo que nos fuerce a acumular y defendernos del otro —ese enemigo siempre acechante que nos arrebatará lo necesario para vivir dignamente, con el único fin de coleccionar riqueza y poder…

No sé si lo asimilaremos apropiadamente. Si alcanzaremos, por imperativo de la raza humana y su supervivencia, la conciencia necesaria para aprender de una vez por todas que sin solidaridad en todos los niveles –económico, espiritual, medioambiental, científico, político, cultural y moral–, la existencia del ser humano no es factible.

Si no, se confirmará que el capitalista, derechista, neoliberal o como se le llame, es un tipo de individuo que, si le dejan desarrollarse sin trabas, acabaría auto-extinguiéndose; por voraz.

En fin, el ser humano que va a prevalecer, si es lo suficientemente lúcido y cabal, es de izquierdas. Ser de derechas va “contra natura”:


“Las expectativas más elevadas de quienes están mejor situadas son justas si, y sólo si, funcionan como parte de un esquema que mejora las expectativas de los miembros menos favorecidos.

La idea intuitiva es que el orden social no ha de establecer y asegurar las perspectivas de los mejor situados, a menos que el hacerlo, sea en beneficio de aquellos menos afortunados. 


El principio de la diferencia representa en efecto, un acuerdo en el sentido de considerar LA DISTRIBUCIÓN DE TALENTOS NATURALES, en ciertos aspectos, como un ACERVO COMÚN, y de PARTICIPAR en los mayores beneficios económicos y sociales que hacen posibles los beneficios de esa distribución.

AQUELLOS QUE HAN SIDO FAVORECIDOS POR LA NATURALEZA, quienes quiera que fuesen, pueden obtener provecho por su buena suerte SÓLO en la medida en que MEJOREN LA SITUACIÓN DE LOS NO FAVORECIDOS”. John Rawls.





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