jueves, 16 de junio de 2011

La Espiral 8

Abrir los ojos persiguiendo un sueño que se escapa, para luego revolverme en el sofá y seguir pegado a la estela que ha dejado la experiencia onírica. Buscar en los recodos las imágenes inconexas que aún permanecen. Bucear por el plasma traslucido que anega cualquier atisbo de realidad: Intento desentrañar esa vida exaltada y ajena que se manifiesta a mis sentidos cuando éstos, precisamente, están desconectados. 

Pretendo recordar los detalles de esas historias paralelas que realmente transito. Los personajes que se me aparecen son más vívidos y me afectan emocionalmente más, que las personas con las que trato a diario en el plano real. Por lo tanto, de alguna manera, todo el entramado de sucesos, relaciones, lugares y sentimientos, deberían poder existir en planos adyacentes , donde las distintas versiones de nuestros posibles yoes se desarrollen completas y de forma diferenciada; dando lugar en cada plano, una variante misteriosa y dispar de lo que podamos llegar a alcanzar o realizar, en la vida que normalmente vivimos. 


Estas noches pasadas han sido extrañas; no diferencio bien sus límites. Las confundo con los días, y tener las persianas bajadas impidiendo que la luz pase, excepto los tenues rayos que se filtran por los orificios, no ayuda más que a difuminar el transcurso de las horas. Sólo soy consciente del cambio cuando apago las luces para dormir y el contraste de ambientes se hace patente; y esto no es de manera regular: quizá duermo a media noche y me despierto de madrugada, rozando el alba que se asemeja al crepúsculo; o echo una cabezada media mañana y al despertar creo que es el amanecer lo que toca, mientras la gente sestea… 

Los efectos de esta díscola rutina que sufro, complican la tarea de elucidar lo que es sueño y de demostrar lo que es real. Aun así, mi intención se aferra a los márgenes del ensueño. La necesidad de saber más me obsesiona, y la destreza que poseo –para ello la sustancias– de provocar el estado de somnolencia necesario, aviva en mí la esperanza de componer, al salir del trance, la visión completa del cuadro. 

Estoy convencido de que algo que olvido entre rémoras y recuerdos deformados, es la llave que abre de nuevo el paso a otras realidades. Otros yoes que se bifurcan hacia experiencias que se me niegan en esta vida que sobrellevo. Y esa llave, si la aíslo de entre la vorágine de imágenes y la conservo segura en mi memoria, me dará la opción de permanecer en la alteridad y, desde ahí, desdoblarme y finalmente desprenderme de este yo que me atenaza; para pasar a ser cualquier otro de los que vislumbro en sueños. 

Súbitamente, irrumpe en mi ánimo la impresión de haber tenido una conversación con alguien la noche pasada; aquí mismo, en este cuarto. Es un fogonazo que, inmediatamente después de dejarme percibir ciertas imágenes, vela la escena y difumina los detalles maestros; los que podrían revelarme el enigma y proveerme de la credencial necesaria para atravesar el umbral, y aparecer en el plano paralelo que más me seduzca. 

Lo que es manifiesto, aparentemente, es que tal conversación fue más bien un monólogo. Un discurso dirigido a otra personalidad. Tal vez una de las posibles mías. También sobrentiendo que el antagonista no es muy distinto a mí, pero sí enfrentado. Como la imagen de un espejo: Igual pero inversa.

Cierta capacidad de entendimiento me posiciona en un terreno neutral, una tierra de nadie donde ambas partes me ofrecen una vista general de sus posiciones. Y lo más desafiante y molesto es que ¡no puedo decantarme por ninguna! Ambas son consustanciales a mi estado de ánimo. Dos polos antagónicos pero necesarios para que cualquier movimiento, físico o intelectual, dé comienzo en mi vida. E incluso más confuso, es perfilar la noción de que esos contrincantes no son siempre los mismos. Uno permanece, pero la parte contraria cambia, evoluciona o transfigura. Y el que permanece, no es habitualmente, o mejor, no existe invariablemente bajo la misma forma; aunque sí su esencia. 

Es decir, que, aceptando que las pequeñas o grandes contiendas que interesan mi conciencia son siempre entre dos bandos, nunca los opuestos y sus respectivas fuerzas son los mismos. Lo único que permanece es el fundamento. La línea potencial que define mis devenires: Unas veces dan rodeos, otras acaban estancados, o fallan y se extravían. Pero otras aciertan; y es entonces, cuando vivo esas temporadas de sosiego y esperanzado coraje. 

Probablemente, esta comedia en la que me desenvuelvo como un personaje más, y que a veces es la representación desfigurada de mi propia vida, sea un rompecabezas formado por piezas que provienen de juegos diferentes. Y aunque distintos, sus fragmentos casen en un modelo alternativo y unificador. Un patrón de comportamiento y cometidos diferentes, que si voy montando pacientemente y con ilusión, me indique gradualmente, según se completa la imagen final, cuál es mi designio único; personal. Ineludible. 



Creo que no somos sólo capaces o incapaces. Simplemente debemos ir eligiendo la pieza adecuada a cada momento. Unas veces al primer golpe de vista. Otras, sólo se retrasa.

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