domingo, 24 de julio de 2011

Propiedad inmaterial: Derechos de autor

La polémica de los derechos de autor, es parte integrante de la actual dirección de los tiempos: El sistema capitalista, fundado sobre la importancia del beneficio, evoluciona hacia el declive promovido por factores generados en su propio seno: Las herramientas necesarias para alcanzar la liberación.


La importancia del procomún, impelida por el desarrollo de las tecnologías digitales, está poniendo en tela de juicio el trabajo asalariado y reclamando formas de desarrollo y supervivencia adaptados a los nuevos tiempos, que ya pujan por entrar en escena. La Renta Básica Universal, es uno de los métodos reclamados como alternativa a los modos de relación laboral y social, de remuneración y de producción imperantes.


La franca necesidad de potenciar la iniciativa por el desempeño de labores constructivas y llenas de sentido, como formas de vida y relaciones humanas, y no sólo de vías para la supervivencia económica en sistemas de trabajo alienantes; impulsa inexorablemente el deterioro de los pilares actuales de la economía tradicional basada en el consumo, la producción residual, la avidez por el enriquecimiento y la lucha de tod@s contra tod@s; promoviendo en su lugar, un cambio de paradigma que, a pesar de sus detractores y de la renuencia de las gentes al cambio, acabará instalándose en el sentir general como algo, ya no sólo factible, sino imprescindible y consustancial a la evolución de la sociedad mundial actual.



«[…] Más desacuerdo surge cuando se propone otra forma de producción sucesora de la industria como hegemónica. Toni Negri y yo [Michael Hardt] sostenemos que la producción inmaterial o biopolítica está surgiendo en esa posición hegemónica. Por inmaterial y biopolítica tratamos de abarcar conjuntamente la producción de ideas, información, imágenes, conocimientos, códigos, lenguajes, relaciones sociales, afectos y gustos. Esto determina ocupaciones en toda la economía, de arriba a abajo, desde los trabajadores de la salud, asistentes de vuelo y los educadores a los programadores de software, y desde los trabajadores de comida rápida y teleoperadores a los diseñadores y publicistas.

La mayoría de estas formas de producción no son nuevas, por supuesto, pero la coherencia entre ellas tal vez sea más reconocible y, más importante, sus cualidades tienden hoy a ser impuestas sobre otros sectores de la economía y sobre la sociedad en su conjunto. La industria tiene que informatizarse; el conocimiento, los códigos y las imágenes son cada vez más importantes en los sectores tradicionales de producción; y la producción de los afectos y cuidados se está convirtiendo cada vez más esencial en el proceso de valorización. Esta hipótesis de una tendencia de la emergencia de una producción inmaterial o biopolítica como posición hegemónica, aquella que la industria ocupaba, tiene todo tipo de consecuencias inmediatas para las divisiones de género y las diversas divisiones internacionales y geográficas del trabajo, que no puedo tratar de este ensayo.




[…] la lucha era entre la propiedad inmueble (como la tierra) y la propiedad mueble (como los bienes materiales), hoy la lucha es entre la propiedad material y la inmaterial -o, dicho de otra manera, […] hoy es sobre su escasez y su reproducibilidad, de tal manera que la lucha puede plantearse entre la propiedad exclusiva y la propiedad compartida. El enfoque actual sobre la propiedad inmaterial y reproducible en la economía capitalista se puede reconocer facilmente incluso desde una mirada superficial en el campo del derecho de propiedad. Patentes, derechos de autor, conocimientos indígenas, códigos genéticos, la información en el germoplasma de las semillas, y cuestiones similares son los temas más debatidos. El hecho de que la lógica de la escasez no se sostiene en este campo plantea nuevos problemas a la propiedad. […] el movimiento necesariamente triunfa sobre la inmovilidad, también hoy lo inmaterial triunfa sobre lo material, lo reproducible sobre lo irreproducible, y lo compartido sobre lo exclusivo.

El dominio emergente de esta forma de propiedad [inmaterial] es importante, en parte, porque demuestra y devuelve al centro del escenario el conflicto entre el común y la propiedad como tal. Ideas, imágenes, conocimientos, códigos, lenguajes e incluso afectos pueden ser privatizados y controlados como propiedad, pero es más difícil controlar su posesión porque son muy fáciles de compartir o reproducir.

Tales bienes tiene una presión constante por escapar de los límites de la propiedad y convertirse en comunes. Si se tiene una idea, compartirla no reduce su utilidad sino que generalmente la aumenta. De hecho, con el fin de alcanzar su máxima productividad, ideas, imágenes, y afectos deben ser comunes y compartidos. Cuando se privatizan su productividad se reduce drásticamente -y, añadiría, el común en la propiedad pública, es decir, sometido a control o gestión estatal, también reduce su productividad.


La propiedad se está convirtiendo en una traba para el modo de producción capitalista. Aquí hay una emergente contradicción interna al capital: cuanto más cercado es el común como propiedad, más se reduce su productividad; y sin embargo la expansión del común socava las relaciones de propiedad de una manera fundamental y general.

[...] El capital, en otras palabras, está creando su propios sepultureros».

Extracto de: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=132852. (Los subrayados son míos.)






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